quinta-feira, 13 de agosto de 2009

4ª Parte: Conferência
pronunciada em León,
por ocasión del V Centenario
de la Bula fundacional
de la Orden “Inter Universa”

pela madre Mercedes de Jesús Egido oic
del Monasterio de Monjas Concepcionistas
de Alcazár de San Juan
“A PRIMEIRA INSPIRAÇÃO
DA ORDEM
DA IMACULADA CONCEIÇÃO”
II - Praxis del Carisma Fundacional
La segunda norma que hemos de tener en cuenta las familias religiosas para renovar adecuadamente el propio carisma es, después de “conocerlo”, “observarlo” purificado de elementos extraños y libre de lo anticuado (Norm. 16, 3).
Una vez más vuelvo a repetir que sólo el espíritu de obediencia a la Iglesia y de reconciliación nos impulsa a buscar la verdad sobre el carisma de nuestra Fundadora. Porque sólo ésta puede conseguir la unión y la paz deseada por todos. Para conseguirlo, sencilla y humildemente seguimos, primero, el nacimiento de la Orden. Segundo, su evolución histórica dentro del ambiente de Reforma de las Órdenes religiosas en España.
Nacimiento de la Orden
Cuando llegó la hora de “instituir la nueva familia religiosa que estuviera consagrada a la Santísima Madre de Dios... Beatriz, con su singular prudencia y cristiana fortaleza, llevó a cabo la fundación de su Orden” (B.C.). Para ello, respetuosa ella misma con el carisma recibido de Dios y después de haberlo vivido con sus Hijas durante cinco años, cuida de someterlo íntegramente a la aprobación de la Iglesia.
Seguimos la génesis de este proceso por las minutas de la Santa.
En la primera, Beatriz aparece pidiendo al Santo Padre la erección canónica de sus deseos y género de vida. Ella aboga por su carisma mariano - inmaculista: “servir a Dios y a Santa María en el misterio de su Concepción”. Aceptaría la Regla que el Papa le asignase. Pide rezo de la Inmaculada, hábito propio blanco y azul, forma de vida que ya llevaban u observancia regular, clausura. El hábito lo describe así: túnica blanca con escapulario también blanco y encima una capa de color celeste (azul), y en esta capa y en el escapulario deben grabar la imagen de la Virgen María, y se ceñirán con un cíngulo de lana blanca.
En la segunda minuta el Papa le insiste que elija Regla y ella se determina por la del Císter. Dice la minuta: “Como la referida oratriz Beatriz elija la Orden Cisterciense y ella y sus compañeras desean servir al Señor bajo la misma Orden con el hábito y estipulaciones y estatutos en la petición determinados”.
Santa Beatriz, lo mismo que otros fundadores, tuvo que poner su Orden al amparo de una de las cuatro reglas existentes en la Iglesia según determinó el IV Concilio de Letrán, a saber: la de San Basilio, San Benito, San Agustín y San Francisco. Santa Beatriz escogió la de San Benito, logrando, al fin, no sin grandes sufrimientos, que el Papa Inocencio VIII autentizara su carisma fundacional inmaculista como don del Espíritu en su Bula “Inter universa”, 30 de abril de 1489. Y al instituir por ella el nombre y el espíritu “concepcionista” genuinamente puros, lo hace destacando y protegiendo respetuosamente el carisma mariano de Santa Beatriz: “para servir a Dios y a Santa María”.
Así se promulgó la Bula, se erigió canónicamente el monasterio el 16 de febrero de 1491, no sin antes reafirmar una vez más Beatriz y sus compañeras que deseaban profesar la regla del Císter, y así vivieron aun después de la muerte de la Santa, acaecida, según parece, en 1492, hasta que entraron en juego otros factores en la Obra de Santa Beatriz.
Según parece, el más importante fue la voluntad de la Reina Isabel. Ella no estuvo muy de acuerdo con algo determinado en la Bula. Acudió al Papa, pero como “las relaciones con el Pontífice Inocencio VIII, 1484 - 1492, eran entonces tensas” (Dic. H.I., Azcona, pág. 1138), no se consiguió la petición. La Reina aceptó la voluntad del Papa y se publicó la Bula según había sido expedida de Roma.
Fallecido Inocencio VIII y elevado a la cátedra de Pedro Alejandro VI, 1492 - 1503, “súbdito de los Reyes Católicos y con quien mantenían íntimas relaciones” (Dic. bis), la Reina volvió a insistir y se consiguieron sus deseos. Había muerto la Fundadora, no quedaba ya más impulso que el de la Reforma y la debilidad de las primeras concepcionistas.
Para comprender mejor estos acontecimientos tan fundamentales para la Orden de la Inmaculada Concepción, (O.I.C), veamos brevemente en qué ambiente se desarrollaron.
Ambiente de Reforma
Fue tenso desde que entró en juego la intervención de Cisneros. José García Oro, O.F.M. en su libro “Cisneros y la Reforma del Clero Español en tiempo de los Reyes Católicos” dice: “En 1494 Cisneros imprimió a la Reforma un ritmo violento que provocó resistencias, agrió los ánimos e impidió que la reforma comenzada siguiese su curso natural” (pág. 186).
“Desde 1492, Cisneros se había identificado con los afanes de reforma. A él le encomendaron los Reyes la ejecución de la reforma de gran número de casas femeninas.” Confesor de la Reina Isabel en 1492, Vicario Provincial de su Orden en 1494 y Arzobispo de Toledo en 1495, asceta y amante de la soledad, “que encarnaba en su seno lo más selecto en virtudes”, a decir de García Oro, era la persona que los Reyes necesitaban para llevar hasta el fin la reforma comenzada, y fue el posible inspirador de los acontecimientos de reforma ocurridos en la Orden Concepcionista.
Dejamos paso a la autorizada pluma de García Oro, O.F.M., que nos explica lo que ocurrió en la Orden Concepcionista. Dice el autor en el apartado que dedica en el libro referido a: “Las concepcionistas”. “Uno de los ideales de la Reforma Cisneriana era que las religiosas franciscanas de la Segunda y Tercera Orden abrazasen la regla de Santa Clara. Así se realizó frecuentemente en diversas casas, tanto de Aragón como de Castilla. De tales reformas nacieron no sólo nuevos monasterios clarisanos sino también Órdenes nuevas. Una de ellas fue la de las concepcionistas, surgida en la diócesis de Cisneros en plena Reforma Cisneriana”.
(continua)

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