quinta-feira, 5 de maio de 2011

Carta de Páscoa da Madre Coordenadora
Resucitó el Señor, nuestra vida y nuestra esperanza
Mis queridas hermanas: Después de acompañar al Señor en la subida a Jerusalén, ya lo contemplamos resplandeciente como el sol en esta mañana de Pascua. Ha resucitado y ha cambiado nuestra vida, de la esclavitud del pecado a la libertad de ser hijas queridas del Padre.
Tenemos cincuenta días para celebrar la victoria de Jesucristo nuestro Redentor sobre el pecado y sobre la muerte. En este tiempo hemos de contemplar el amor hecho ternura y misericordia con cada una de nosotras y eso mismo es lo que hemos de hacer con nuestras hermanas de comunidad en primer lugar y después con todas las personas que se cruzan en nuestro camino, de modo que seamos bálsamo para el dolor del mundo.
También dentro de estos cincuenta días, entraremos de lleno en nuestras celebraciones del V Centenario, cuyo punto álgido será el II Congreso Internacional OFM-OIC y las Jornadas Jubilares celebrativas. Motivos sobrados para bendecir y dar gracias a Dios por el don de nuestra vocación.
El día 30 de Abril celebramos como ya es habitual el día de la vocación Concepcionista, lo hacemos en la fecha en que fue aprobada la Inter Universa. Con ella comenzó en la Orden de la Inmaculada Concepción un proceso de enriquecimiento hasta la Bula Statum Prosperum, proceso vivimos en continuo dinamismo, de acuerdo con los signos de los tiempos, y como respuesta a las cambiantes necesidades de la Iglesia, manteniendo viva la lámpara que el Espíritu encendió en Santa Beatriz (CC.GG, art. 7).
Nuestra Regla fue escrita en el siglo XVI pero no para vivirla solo en esa época pues tiene una fuerte espiritualidad válida para todos los tiempos. Lo hemos podido comprobar en los estudios que hemos venido realizando en estos años de preparación al V Centenario. La vitalidad y la permanencia de la Orden dependen en gran parte de que las hermanas bebamos de las fuentes de nuestro carisma como de un manantial fresco y salvífico que nace del costado de Jesucristo nuestro Redentor.
Inspiradas, llamadas, desposadas.
Este lema es una de las señales más luminosas que marca nuestro camino de seguimiento. No nos perdamos en celebraciones externas si no es después de profundizar interiormente a qué estamos llamadas y cuales son nuestros compromisos de hijas y de esposas. Nuestra vocación es vivir siempre y en toda circunstancia en “servicio al Altísimo” como “hostia viva en oblación personal” a “Jesucristo nuestro Redentor y a honra de la Inmaculada Concepción de su Madre” hasta “hacerse un solo espíritu con Cristo su Esposo mediante el amor”, y no seremos capaces de ello sino “deseando tener el Espíritu del Señor y su santa operación”.
Hay varios medios que el Señor pone en nuestro camino y uno de ellos es la lectura orante de la Palabra “guardada en el corazón”. Ella será como el combustible para vivir de forma generosa y serena la vida de comunidad, siendo siempre sembradoras de paz.
Este es un momento precioso para nosotras, momento para agradecer y dar gracias al Señor por habernos llamado a esta hermosa vocación.
Agradecemos a Santa Beatriz su fidelidad y entrega, su constancia y su fe que hoy nos hacen disfrutar de esta preciosa herencia.
Permanecemos unidas en la oración y con todo mi cariño, recibid mi abrazo fraterno.
madre María de la Cruz Alonso Paniagua oic
Coordinadora

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